Margaritas blancas y amarillas






             Y la vida sigue.  Un día pierdes lo que nunca quisiste imaginar. Lo que nunca dejaste que tu cabeza intuyera. Lo que nunca quisiste aceptar como  posible realidad.

    Y sucede. Simplemente en menos de un segundo  todo se transforma en recuerdo. Ese segundo que divide tu  vida en un antes  y  un después ...

     Y hasta respirar te cuesta, pensando que es un lujo que no te mereces; que todos tus minutos posteriores no te pertenecen, porque venderías tu alma por tan sólo un día más. Para volver decirle lo que le quieres y lo importante que es para ti que exista. Por una abrazo más, por un recuerdo más...

    Y simplemente aprendes a vivir con ese dolor y con ese vacío, porque ese mismo vacío es lo que le corresponde a esa parte de ti que te hace ser como eres. Y ese vacío es su recuerdo. Y decoras esa estancia de tu corazón con flores y más recuerdos no dañinos. Y la sigues queriendo con todas la estancias que ocupan el resto de tu corazón.

    Cada segundo de su existencia convive en mí y su recuerdo en mi recuerdo.
Mi vida;  su alegría, su risa, su fuerza.  Su forma de ser auténtica,  que enamoraba a cualquiera. Una vida que debo saber aprovechar y  querer vivir por quien no tuvo opción.


   El tiempo que dejé de estar con ella no me lo devolverá nadie, y ahí llevo mi penitencia.  Lo que fuera por cinco minutos más de su presencia, de su existencia, de su mirada, de su sonrisa...de una broma, de una cómplice  conversación,   que solo nosotras entendíamos. 

   Ojalá las pérdidas sirvieran para algo, pero resulta que no; que la vida sigue con la ausencia de los que significaron todo para nosotros, y no se para el mundo de los demás, solo el nuestro.


    Espero que cuando me toque, también consiga pervivir en el recuerdo de los que me quisieron y me vivieron, pero como motivación y alegría.  Ojalá no desperdiciásemos minutos preciosos de vida y consigamos aprender  a  vivir, a 
disfrutar de la vida de una manera sencilla. Vivir y amar. Sintiendo intensamente. Que la vida es lo más efímero que existe.

    El paso entre estar y no estar es más corto de lo que imaginamos. Y sobrevivir a los que queremos lo único que aporta es fortaleza. Una fortaleza sorprendentemente desconocida y amarga que no es bienvenida porque va a acompañada del dolor de esa ausencia.


    Deberían de ponernos multas por segundo perdido, de vida desaprovechada. Y ME ENCANTARÍA PODER TRANSMITIR A TODOS LA NECESIDAD DE VIVIR  CADA SEGUNDO COMO SI FUERA EL ÚLTIMO,  y decir " te quiero", y a besar y a abrazar en ese mismo instante  en que lo sientes y no después, ni mañana, grabándolo en tu recuerdo con una cámara de fotos imaginaria para toda la vida.


      "...Dos margaritas blancas y dos amarillas detrás de su oreja.  Del ramo que  acababa de llevarle esa mañana.  Su pelo cano, gris plomo, corto y con su perlas "buenas".  Sonriendo con su pose forzada y cómica, y un gracioso desnivel de hombros en el que dejaba uno arriba y otro abajo... Maquillada por mí entre queja y risa. Grabando en mi mente cada facción de su cara al tiempo que le pintaba la raya negra  en su enigmático ojo, único y especial mientras ella se dejaba,  entregada, sin estar demasiado convencida, vestida  con la dichosa batita blanca en el sillón azul del hospital, que tapábamos con una sábana también  blanca para que no se viera. Y su rosario colgado. Clavándome su magnífica e intensa mirada desconcertante  con la que nunca sabía si bromeaba o estaba molesta, para que le hiciera ya la foto, antes de que pasaran planta.

    Genial y maravillosa. Y unos ojos llenos de vida...que se iba acabando."

 

 Y esas fotos,  las revelé cuando ya no estaba.
   

    Va por ti, como te prometí. Y este recuerdo solo nos pertenece a las dos.



                                                

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