BURBUJAS (BUBBLES)













  Te despiertas. Abres los ojos, reseteas e intentas hacer un repaso mental al día anterior para saber con qué pie tienes que intentar bajarte de la cama, para no perder del todo el equilibrio de tu vida.

  Pasan unos segundos , y vuelves a ti... Reparas en que te está volviendo a invadir esa extraña sensación. Es verdad, es una realidad; no una pesadilla, por imposible que parezca, no es una película, está pasando.

  Es una sensación rara, podría decirse incluso "nueva", sí, entrecomillada, en negrillas y cursiva; que te impulsa a no saber cómo encajar un poco de cordura entre todas estas emociones que nos están volviendo locos.

  Y me doy cuenta de que mis miedos de toda la vida, los de estar por casa, han cambiado. A mi escala de valores la tengo puesta centrifugando en mi cabeza. Las preocupaciones que tenían mi copyright, -que me intentaban arrebatar un poco el sueño cada noche-, están siendo arrasadas por un vulgar bicho que viene haciendo surf en un Tsunami Pandémico, sin saber todavía muy bien de dónde viene , y mucho menos, a dónde es capaz de llegar con la intensidad de esa ola: EL MIEDO DE TODOS.

   Así, que ahí , en mi cama, me obligo a abrir los ojos, respiro, cuento hasta diez aunque tenga ganas realmente de contar hasta mil, y activo mi propio estado de alerta emocional, que me va a da la fuerza suficiente para estar bien  y sobretodo para poder hacer que mis "compañeros de guerra" lo estén: ese estado de alerta que me obliga a estar 24 horas en guardia, observando a cada uno de ellos, analizándolos despacito, para descubrir cómo están atravesando esta historia- película nueva para todos-, que ojalá sea muy pronto ,esperemos; no será más que eso, UNA HISTORIA QUE CONTAR.

  Quiero que rían, necesito escuchar sus risas, de esas que son de las buenas, de las auténticas, de las que sientes que sanan el alma... Porque el tiempo que duran esas carcajadas le están  ganando batalla al miedo . Su miedo, alimentado en gran parte por el reflejo de la incertidumbre general, y sobretodo la de sus propios padres- su ejemplo-... 

  Pero la sobredosis de información, unida a la sospecha de la desinformación, y el terror de no saber qué va a pasar o cuánto tiempo más va a durar, la reciben de manera constante por todos lados. Y como tienen tiempo suficiente para asimilarlo, meditarlo y engullirlo a regañadientes, -y mucho-, van tiñendo sus esperanzas de un desagradable verde oscuro que les arrebata la chispa que se les enciende al reír.

  Pues se acabó. ¡Vamos a ganar la batalla!. Porque sí, porque somos humanos y grandes, y "él"( lo pongo más pequeñito porque no se merece una letra normal), un vulgar bicho. Porque vamos a salir de todo más fuertes y unidos que nunca. Porque estamos descubriendo el valor que tenía el tiempo pasado y la calidad que debe tener el tiempo futuro. Porque de todo el mal que está intentando dejar vamos a sacar refuerzo. Porque le vamos a dar claridad a la esperanza de nuestros niños con risas, bromas y energía positiva. Porque vamos a hablar con naturalidad de nuestros planes futuros; porque los tendremos, y podremos llegar a salir a entrar, a achuchar, a besar y a apretar manos...Porque no vamos a insuflar con dudas más aún su incertidumbre. 

 Porque todo el esfuerzo y sufrimiento que está absorbiendo de todos los que nos intentan cuidar le da PODER, Y NO TENEMOS QUE PERMITIRLO no vamos a dejar que se cuele en nuestras casas. Porque la única debilidad de la que se puede alimentar es que no lo conocíamos

  Nuestra casa es nuestro castillo, y lo defenderemos a capa y espada con pensamientos positivos, planes y muchas risas. Así ayudamos en esta guerra, confinados entre nuestras murallas con buenas vibraciones para que no haya más heridos...

  Y mientras están los verdaderos guerreros luchando, - los profesionales que se juegan a diario en el campo de batalla la vida por nosotros a cañonazos de valentía y pistoletazos de coraje-, nosotros nos  quedamos aquí en casa y no nos vamos a quejar más de nuestro "encierro", porque es el arma más útil para ellos,  los que nos defienden. 

  Porque estamos sanos, vivos y juntos. Porque el tiempo no se ha parado; lo que se ha parado es nuestro ritmo de vida sin pedir permiso, quedando circunscrito entre las paredes de nuestra casa. Transformando todo en una oportunidad para conocernos mejor, en una circunstancia que nunca imaginamos...

 Descubriendo que somos solidarios, que nuestros corazones unidos tienen más fuerza que nunca y eso me llena de un tipo de orgullo que jamás había sentido hacia personas que hasta no conozco, invadida entera de una gratitud inconmensurable, por todos los gestos desinteresados.

REÍD Y SED FELICES DENTRO EN VUESTRO CASTILLO... COMO SI DE LA MEJOR  Y MÁS SANA DE LAS BURBUJAS SE TRATARA.




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