Mi imaginación como pincel

    





    Este recuerdo que quiero escoger hoy , huele a aguarrás mezclado con Álvarez- Gómez… pero me encanta.


    Bastidores, andamios, lienzos, caballetes de todos los tamaños, pinceles amontonados en damajuanas y en latas, paletas de colores con montoncitos de óleo  con colores “inventados”, muletas de torero, trajes de luces y capotes en percheros y ese aire mágico de lo que se intuye, pero no se ve;  y que huele a arte, arte  en esencia y estado puro…

    Luces y sombras, desnudos con transparencias perdidos entre claroscuros, y toreros  tristes y serios con rostros - para mí siempre conocidos- que nunca miran a quiénes los observan;  escorzos exagerados, la fuerza con la que plasma la vejez en un gesto o la personalidad que consigue en los retratos... El movimiento en los caballos, los colores de sus peces, esos tonos de piel color "carne" iluminados, tan característicos… Un sello personal  que emana de cada pincelada cargada de fuerza que ha hecho que para mí , el  verdadero protagonista de la obra sea siempre él y no sus cuadros ...

    Ese realismo característico, esa magnífica personalidad de “genio”, que implica  la “genialidad”   de ser diferente al resto. Con una particular forma de ver la vida en la que sólo nos quedamos con lo bello y lo bueno.

    Para mí, el mejor pintor del mundo, por lo que es él y por lo que ha supuesto para mí en mi vida, sin ni tan  siquiera saberlo, porque nunca se lo he dicho.

    Orgullosa de ser su hija, por todo aquello que él no sabe y por lo que le estoy agradecida:

  •   Desde ponerme un nombre "tan" raro (que al principio odiaba y que ahora me encanta) , hasta hacerme tener la seguridad de que soy capaz de todo lo que quiera; de cambiar lo que no me gusta, de “pintar” de colores lo aséptico y descolorido,  de dar luz a lo deslucido... de darle vida a mis ideas y de cambiar las tonalidades  de mi vida, en mi propia paleta .

  •   Ha marcado en mí  la intuición de saber cómo crear colores que no existen.  Y me descubrió con cinco  años, un color que me encantaba; el Bermellón, que se consigue anaranjado el rojo y que su intensidad me daba unas ganas de vivir increíbles. Por increíble que suene.   Descubrí que podías crear con la mezcla de pigmentos el color que quisieras... Añiles, ocres y mostazas en todas sus gamas.  Creo que no sabría vivir sin colores.

  •   Orgullo y admiración a rebosar sentía  al observarlo pintar en su estudio cuando era pequeña... la firmeza con la que agarraba el pincel, con esos dedos tan fuertes y agrietados. Ese pulso con el que iba creando sin dudar en cada pincelada cargada de magia,  cargado de ese óleo que con tanta genialidad combinaba. Imaginándome ser él de mayor. Pero con muchísimo respeto, sabiendo que nunca podría llegar a serlo.  Fantaseándome entre pinceles y olor a disolventes. Imitando con el dedo pulgar el gesto que hacía con el pincel agarrado en la mano, y el ojo guiñado para encuadrar la figura en el marco. Contemplaba alucinada,  como si fuera  el espectáculo de un mago...

  •    Me ha hecho sentir la protagonista de mi vida... recordándome  cuando me arropaba, que nací en una noche mágica ( la noche de San Juan), y  lo que primero que hizo, fue contarme  al nacer todos los deditos  de los pies y de las manos …  Siempre inventaba historias-cuentos  en los que yo era el personaje principal, haciéndome sentir especial con esa original forma que tenía de hacerlo.

  •   He aprendido a  apreciar sólo la belleza de las cosas, el encanto de las situaciones, la chispa de los  momentos felices. Pararme a absorber cada segundo de contemplación, y mirar con otros ojos; con los ojos del que sabe el trabajo que supone dar forma a “ideas”  que sólo fluyen en la mente y en la  imaginación.  A apreciar esa “magia” que supone ser visionario de lo que quieres llevar a cabo, con tu imaginación como único pincel. De visualizar ese cuadro final en el que solo pintarás aquello que quieres que esté, del color que quieras y encuadrado a tu gusto.


 ...Y cuantas veces he posado gustosa, de saberme distinta, sin moverme ni un milímetro  el tiempo que hiciera falta; cuando quería captar la postura o el gesto en algún boceto, en cualquier papel;  paralizada con  la pose ideal que quería para el cuadro que estaba pintando. Se paraba el tiempo. Y me encantaba esa magia… Quizás por eso agobio ahora yo tanto a mis hijos cuando encuentro la “foto “ perfecta. ¡No los dejo moverse ni respirar hasta que encuentro la cámara!


 ÉL ES PARA MÍ EL ARTE DE HACER REAL LO QUE NO EXISTE. EL ARTE DE HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE. EL ARTE DE EMBELLECER LA VIDA DECORÁNDOLA CON SUS PINCELES, VIVIENDO DE ILUSIONES Y NO DE DESESPERANZAS.


0 comentarios:

Publicar un comentario